El Banco Central Europeo (BCE) ha decidido mantener su tipo de depósito clave en el 2%, una medida que ya anticipaban los mercados con una probabilidad del 99%, esta decisión se toma en un contexto de creciente incertidumbre económica, marcado por la fragilidad del crecimiento en la eurozona y las tensiones comerciales con Estados Unidos, especialmente tras los aranceles impuestos por la administración de Donald Trump.
La economía europea muestra signos de estancamiento, según datos suministrados en el segundo trimestre, el crecimiento fue de apenas 0,1%, una caída significativa respecto al 0,6% del trimestre anterior, aunque la inflación se mantiene cerca del objetivo del 2%, el BCE enfrenta un dilema: no hay razones inmediatas para alarmarse, pero tampoco claridad sobre los próximos pasos.
Es de destacar que las amenazas arancelarias de Trump han añadido presión, especialmente después del acuerdo comercial de julio que impuso un 15% de aranceles a ciertas exportaciones europeas; aunque, en los sectores como el farmacéutico se han beneficiado, mientras que otros, como el del vino y los licores, han sufrido mas daños; además, las represalias anunciadas por Trump tras la multa de 3.450 millones de dólares impuesta por Bruselas a Google han intensificado la tensión.
Christine Lagarde, presidenta del BCE, reconoce que factores como los aranceles, un euro más fuerte y la competencia global podrían frenar el crecimiento durante el resto del año, aunque espera que estos efectos se disipen en 2026; el banco proyecta una inflación del 2,1% en 2025, bajando a 1,7% en 2026 y recuperándose ligeramente al 1,9% en 2027, el crecimiento para el 2025 se proyecta con un alza, del 0,9% al 1,2%, pero se reduce al 1% en 2026.
Incertidumbre dentro del BCE
Dentro del Consejo de Gobierno del BCE hay división, los «halcones» defienden mantener los tipos, señalando la resiliencia de la eurozona, mientras que las «palomas» temen que los aranceles aún no hayan mostrado su impacto total y que una combinación de bajo crecimiento e inflación por debajo del objetivo podría justificar un recorte; el BCE ha adoptado un enfoque de “reunión por reunión”, reflejando la falta de consenso sobre el futuro.
Mientras tanto, los mercados estiman entre un 50% y 60% de probabilidad de un último recorte en primavera, en contraste con la Reserva Federal estadounidense, que se espera reduzca los tipos seis veces antes de que termine el próximo año, la crisis política en Francia añade presión adicional, con el aumento de los rendimientos de los bonos franceses; aunque, el BCE dispone de herramientas para intervenir, solo puede usarlas si los costos de endeudamiento suben de forma injustificada y desordenada, algo que, por ahora, los economistas no consideran que esté ocurriendo.
